martes, 5 de noviembre de 2013

Adaptación de un cuento




Pía y su paraguas de cuadros de colores
Érase una vez y mentira no es, que en un pueblo muy bonito de la sierra de Córdoba, vivía una familia muy rica y feliz.
La familia De la Fuente era una familia muy querida y respetada en el pueblo.
Pía era una niña dulce, buena y con un corazón muy grande que le gustaba jugar y ayudar a toda la gente del pueblo.
Don Rafael era un hombre muy inteligente, bueno y que quería mucho a su hija Pía y a su mujer Carmen.
Carmen era una mujer muy guapa, que le gustaban mucho los animales y la naturaleza y que siempre estaba contándole cuentos de hadas a su hija Pía.
Un día frío de invierno, de repente y sin nadie esperarlo Carmen tenía que irse lejos para cuidar de su padre.
Antes de irse, Carmen quería hablar con Rafael:
- Querido, quiero ante todas las cosas que Pía y tú penséis en mi cada día y que cuidéis de nuestra casa, de nuestros animales y de nuestros árboles.
Pasaron los años y Pía se convirtió en una joven igual de hermosa que su madre.
Sin embargo, su padre se convirtió en un hombre triste porque no podía dejar de pensar en su mujer y en el día en el que ella volvería.
Pía durante estos años se sintió muy sola, ya que su padre no le prestaba mucha atención, pero sabía perfectamente que su padre la quería mucho.
Un día, Pedro, que era la persona que ayudaba a Don Rafael a cuidar de la casa, le dijo muy preocupado:
- Don Rafael, los animales tienen hambre y la tierra necesita más agua para que crezcan nuevos árboles y frutos, pero no tenemos dinero.
Rafael se dio cuenta que como había estado tan triste y pensando todo el día en su mujer se había olvidado de cuidar de su casa y de los animales.
Tuvo una idea y fue la de visitar a su viejo amigo Héctor.
Héctor era un hombre mayor, que tenía mucho dinero pero que nunca llegó a tener ni mujer ni hijos.
Héctor le dijo a Rafael que le dejaría el dinero pero que quería algo a cambio:
- Quiero casarme con tu hija, porque siempre he querido tener una familia y una mujer que me cuide para cuando esté enfermo.
Rafael estuvo pensando todo el tiempo de camino a casa, cómo iba a decirle esa noticia a su hija.
Una vez en la casa, llamó a su hija y le dijo que tenía que decirle algo muy importante:
- Pía estamos teniendo problemas y Don Héctor puede ayudarnos a solucionarlos, pero Don Héctor me ha pedido un favor y es que tienes que casarte con él.
- Pero Papá, Don Héctor es un hombre muy mayor y yo siempre he soñado que me iba a casar con un príncipe azul.
- Lo entiendo Pía pero tienes que casarte con él.
Pía muy triste le dijo a su padre:
- Me casaré con él pero antes quiero hacer algo durante un tiempo.
- Quiero ir a un pueblo que está muy lejos de aquí y que necesitan personas para que les ayuden a construir una escuela para niños pobres.
Pía pensó que quizás en este tiempo su padre podría encontrar dinero para cuidar su casa y así no tendría que casarse con un hombre muy mayor y que ella no quería.
Su padre dijo que sí, pero que pasado ese tiempo tendría que volver a casa y casarse con Don Héctor.
Antes de que se fuera Pía a ese pueblo que estaba tan lejos, su padre quería darle algo:
- Pía, quiero que lleves siempre en tu cuello este collar que tu madre me dijo que te diera cuando fueras toda una mujer y éste paraguas de cuadros de colores que tu madre siempre llevaba, para protegerte de la lluvia y del sol.
Una vez en el pueblo, Pía conoció a Robin, una mujer alta, rubia y que hablaba diferente a ella.
Un día de muchísima lluvia, Pía y su paraguas de cuadros de colores se encontraban enseñando a escribir a unos niños, cuando de repente vio a un hombre joven como ella, muy alto, guapo y que estaba hablando con otras personas en otro idioma.
Pía se enamoró de él nada más verlo.
Pero de repente recordó que en dos años tenía que volver a su pueblo de la sierra de Córdoba y casarse con Don Héctor, y eso la puso muy triste.
Al llegar a casa, Pía le contó a Robin que había visto al hombre más guapo del mundo pero que no lo había visto antes allí.
Robin le dijo que era una de las personas que había venido a ayudar a construir la nueva escuela, que venía de América y que su familia tenía muchísimo dinero.
Pasó una semana y Pía estaba caminando por las calles, cuando de repente vio a su “príncipe”, que era como ella lo llamaba.
Empezó a llover muy fuerte y abrió su paraguas de cuadros de colores y empezó a correr y correr y dejó caer el collar de su madre al suelo para que “su príncipe” lo recogiera y así volvería a verlo.
“Su príncipe” vio que a una chica que llevaba un paraguas de cuadros de colores se le cayó algo al suelo pero que no pudo verle la cara y empezó a gritar:
- chica del paraguas de cuadros de colores, una y otra vez.
A la mañana siguiente, Pía estaba muy contenta contándole un cuento a los niños y de repente, otra vez empezó a llover muchísimo, así que decidió abrir su paraguas de cuadros de colores y proteger a los niños de la lluvia y sintió que alguien tocaba su espalda, y era su “príncipe”. ´
- ¡Hola! Me llamo Max. Ayer se te cayó este collar al suelo y gracias a tu paraguas de cuadros de colores he podido saber quién eres y poder dártelo.
Pía muy contenta y agradecida le dio mil gracias por darle su collar.
Max, que así era como se llamaba su “príncipe”, le pidió a Pía que si podía invitarla a tomar un café, y Pía aunque tímida al principio deseaba con todo su corazón ir con él.
Así, un día tras otro Pía y Max quedaban en la plaza para hablar y tomarse un café. Después de un tiempo, pero tampoco mucho tiempo, Max y Pía empezaron a enamorarse el uno del otro y el otro del uno, pero había un problema y era que Pía no le había dicho a su “príncipe”, toda la verdad, el que muy pronto tendría que volver a su pueblo y casarse con Don Héctor.
Pía estaba tan enamorada que decidió contárselo todo a su “príncipe”:
- Max, tengo que contarte algo que no te he contado y que es muy importante
- dime mi amor
- Prometí a mi padre que después de un tiempo tenía que volver a mi casa y casarme con un señor mayor amigo de mi padre porque estamos teniendo problemas para cuidar mi casa. Pensaba que pasando el tiempo mi padre conseguiría dinero y no tendría que casarme con Don Héctor, pero no ha sido así.
Max un poco sorprendido al principio le dijo:
- Me da igual, pero tú tienes que casarte conmigo e iremos a tu pueblo y le diremos a tu padre que estamos muy enamorados el uno del otro y que yo le ayudaré a resolver sus problemas.
Pía muy contenta estaba totalmente de acuerdo en intentarlo.
Fueron a visitar a su padre, y después de explicarle todo, éste muy contento le dijo que sí que se casaran y que él le explicaría todo a Don Héctor y que seguro que lo iba a entender.
Se casaron y después de la boda, volvieron para seguir ayudando Max en la construcción de la escuela y Pía para seguir ayudando a los niños a aprender a leer y escribir.

Y se acabó este cuento con sal y pimiento.
Cambios
Para tratar de determinar a qué edad podría dirigir la adaptación de mi cuento, utilicé a mis hijas como ratoncillos de laboratorio. Les pedí que lo leyeran y después les hice una serie de preguntas de comprensión para saber si lo habían entendido. Noté que había algunas palabras de vocabulario y expresiones que no entendían por lo que cambié estas palabras y expresiones por otras más apropiadas para su edad.
Después de este experimento, podría decir que mi adaptación del cuento de los Hermanos Grimm lo recomendaría a niños a partir de los ocho años. Es decir de Segundo de Primaria.
Mi adaptación cumple con el esquema o esqueleto de la historia original. Me he permitido cambiar el lugar, tiempo, espacio y los personajes.
Personajes
- El rey en mi adaptación del cuento es un padre con mucho dinero y que adora a su mujer y haría por ella cualquier cosa.
- La reina es una esposa que a diferencia de la versión original no muere sino que tiene que dejar su casa para cuidar de su padre y que le pide a su marido una serie de cosas que deberá cumplir una vez que se vaya.
- Mi personaje principal es una niña nacida en una familia pudiente y no una princesa. Esta niña es adorable y es obligada a casarse con un hombre que no quiere.
- El príncipe de mi cuento es un hombre americano que tiene mucho dinero y muy guapo.
- Don Héctor viene a jugar el rol del rey para así evitar el tema del incesto.
- La persona de la corte que le pide al rey que tiene que casarse, lo sustituyo por el capataz de la finca.
- El hombre que le tiene mucho cariño a la princesa y le permite que vaya a ver el baile, en mi cuento es una mujer extranjera que ayuda mucho a mi personaje principal.
Hechos
- Evito tanto el tema del incesto como de la muerte, principalmente porque quería que mi primer cuento o mejor dicho adaptación del cuento estuviera dirigido a mis hijas, a niños de a partir de ocho años y en segundo lugar porque personalmente no me parece un tema normal para niños de estas edades.
- Mi personaje principal, para evitar el matrimonio con una persona que no quiere impuesta por su padre, en vez de pedir trajes lo sustituyo por un viaje a un pueblo muy lejano que le servirá como vía de escape y para  retrasar su boda y hacer que reflexione su padre sobre la injusticia que iba a cometer con ella.
- Sustituyo el abrigo de pieles de animales por un maravilloso paraguas de cuadros de colores.
- Introduzco un collar que servirá como hilo de conexión para que se conozcan mis personajes principales.
- En todo momento ella oculta su identidad y la vida que lleva de niña rica y trabaja como ayudante en la educación de los niños y en la construcción de la nueva escuela.
- El chico americano se enamora de ella tal y como es.
- Mi historia tiene un final feliz
Localizaciones y temporalidad
- Mi adaptación ocurre en un pueblo de la sierra de Córdoba y en un pueblo lejano.
- Es un cuento que se produce en una época más cercana y real que en el cuento original.

4 comentarios:

  1. Excelente. Has sabido mantener el esquema sutilmente y realizar cambios que acercan el texto a los niños más pequeños conjugando un contexto más rural y realista con elementos maravillosos y evocadores como el paraguas de colores y el apelativo de "príncipe".
    Creo que el resultado es muy original y espero que a tus niñas les haya encantado.

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  2. Les ha encantado y cómo te dije son mis conejillos de laboratorio, intento poner todo en prácticas con ellas.
    Miles de gracias por tus comentarios que me ayudan a seguir trabajando en la material.

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  3. Como siempre, Antonio, poniendo tu sello y tu toque personal. Aunque desde mi deformación profesional podría comentarte un par de cosas que podrían mejorar la "ligazón" del cuento, me ha gustado mucho esa recontextualización cordobesa. Creo que aportas mucho al acercar tu trabajo al entorno en el que te sientes cómodo, y no he podido más que ponerle la cara y las ropas de mi abuelo a ese Don Rafael tuyo. Aunque eso de Pía y Max, no lo veo. Tal vez irían mejor una Ana María o una Teresa y un Emilio o, por qué no, un Antonio.

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  4. El nombre de Pía lo decidí para el personaje de este cuento porque hubiera sido el nombre de mi hija si hubiera tenido otra y lo mismo con Max, era el nombre del niño si hubiera tenido un niño en vez de dos niñas. Puntito de nostalgia.

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