jueves, 3 de octubre de 2013

La importancia de crear hábitos de estudio

Me ha llegado hoy un artículo muy interesante que me gustaría compartir con todos vosotros.
El tema que trata este artículo es bastante polémico, y que lleva a reflexionar sobre el rol del padre, del profesor y del sistema educativo que tenemos actualmente.

Artículo
Recientemente una madre me contaba que a su hijo de tres años, en primero de enseñanza infantil, le mandan hacer deberes diariamente. Ya no podemos considerarlo una excepción. Los deberes se están colando en la etapa enseñanza infantil, como otros tantos elementos de los que hasta hace pocos años eran característicos de primaria y ahora los encontramos en las aulas de niños menores de seis años.
Hay colegios en los que cuando un niño, en esa misma etapa, falta a clase por estar enfermo le guardan los deberes para que “los recupere” cuando deje de estar malito.
El motivo – la justificación digo yo – es que de esta manera “el niño crea hábito de estudio”.
Crear hábitos. Es el mismo motivo  - justificación digo yo – que está haciendo que en 5º y 6º de enseñanza primaria (10 y 11 años) se estén generalizando los exámenes de evaluación (incluyen cinco temas). De esta manera se van preparando para la siguiente etapa, la E.S.O.
De igual manera en la enseñanza secundaria se están haciendo cada vez más frecuentes los exámenes globales al final del curso, que abarcan todo el temario del año escolar. Una vez más el motivo – insisto en llamarlo justificación – es preparar al alumno para bachillerato y, sobre todo, para el examen de selectividad.
Es decir, lo que se observa a lo largo de todo el sistema de enseñanza es un adelanto de los métodos propios de determinadas etapas, a edades más tempranas, “para preparación” o “para crear hábito”.
Pues bien, tanto por los fines, como por los resultados, es obvio que es una estrategia equivocada.
En primer lugar comparemos. una vez más, el sistema que están aplicando la mayor parte de los colegios en España con el sistema que se utiliza en los países más evolucionados en Europa, los países escandinavos: Allí la enseñanza de la lectura Y de la escritura se realiza a partir de los siete años cumplidos – curiosamente son los que en los informes PISA, en los que se evalúa a alumnos de 16 años, obtienen unas calificaciones más altas en lectura -. En Finlandia NO se entregan notas hasta la etapa de enseñanza secundaria, quitando de esta manera presión sobre el alumno. Por cierto, saben que allí tienen quince (15) minutos de recreo cada cuarenta y cinco (45) minutos de clase. Permitanme repetirme: tienen quince (15) minutos de recreo cada cuarenta y cinco (45) minutos de clase. ¡Qué gusto da decirlo!.
Por otro lado: ¿tiene sentido aplicar métodos característicos, cuando no propios, de etapas más tardías a niños cada vez más pequeños?. ¡NO!. Lo único que se consigue de ese modo es desvirtuar las necesidades de aprendizaje, los métodos, y los objetivos de cada etapa.
¿Tendría algún sentido que exija – porque los deberes se exigen – a mis hijos que comiencen a presentar la declaración de la renta a partir de los catorce años?. NO, pero podría justificar que de esa manera comienzan a desarrollar el hábito.
Con el objetivo de desarrollar hábitos de conducta, también podría aconsejar a mis hermanos, ya casi todos mayores de cincuenta años, que comiencen a vivir en residencias de ancianos. Así cuando les toque, ya están acostumbrados.
Cada edad, cada etapa, tiene unas necesidades particulares y debe tener unos métodos de enseñanza que le sean propios. Adelantarlos NO es mejorar el sistema.
Con frecuencia cuando planteo esta idea los profesores alegan que son los propios padres los que demandan deberes para sus hijos, muestran angustia si los niños no terminan la etapa de enseñanza infantil leyendo y creen que si los niños se divierten en el aula no están aprendiendo. Es cierto, hay un gran número de padres que demanda un sistema erróneo, pero son los PROFESIONALES de la enseñanza los que deben guiar a los padres. No debería tener un profesional miedo a explicar a un lego el porqué está equivocado.
Los padres pueden ser magníficos periodistas, economistas, taxistas, o lo que sea, pero NO saben de enseñanza. En eso los profesionales son los maestros y profesores y ellos deben ser los que dirijan la enseñanza, no los padres. Los padres se deben dedicar a la educación.
En cualquier caso, si quieren “deberes” para los niños antes de los 8 años, permítanme darles algunos consejos:
- Los padres DEBEN leer todos los días a sus hijos. Todos los días. Leerles, NO pedir que lean. Aunque el niño sepa leer, siempre se le puede leer libros que, por su edad, no estaría capacitado para leer solo: (a los tres años, Gloria Fuertes; a los cuatro años, Gloria Fuertes y Hans Cristian Andersen (en inglés al Dr. Seus – este autor NO TIENE SENTIDO traducirlo); a los cinco años, Gloria Fuertes, Hans Cristian Andersen, y  los hermanos Grimm; a los seis años: los hermanos Grimm, Ruyard Kippling y Roald Dahl; A los siete años Ruyard Kippling, Roald Dahl, y Charles Dickens; a los 8 años, Ruyard Kippling, Roald Dahl, Charles Dickens y Robert Louis Stevenson). A partir de los ocho años es muy conveniente que los padres les lean a Mark Twain, incluyendo la que él consideró la mejor de sus obras: “Juana de Arco”.
DEBEN leer a sus hijos literatura DE VERDAD, no las bazofias que están de moda hoy en día y que por evitarme alguna demanda evitaré citar.
¿Quieren desarrollar el gusto por la lectura y favorecer la “lectura comprensiva”? Consigan que los padres lean a sus hijos.
- Los padres deben realizar todos los días alguna manualidad: plastelina; collages, amasar pan, pizza y croissants; origami (papiroflexia); hacer dibujos con pinchitos; las tabas ¡RECUPEREMOS LAS TABAS!, etc.
¿Quieren que los niños cojan BIEN el lápiz y mejoren su caligrafía? Consigan que los padres hagan alguna labor BI-MANUAL todos los días, y ALEJEN los lápices de las manos de los niños.
- Los padres DEBEN realizar todos los días alguna actividad física con sus hijos: saltar a la comba; enseñarles a jugar con la goma ¡RECUPEREMOS LA GOMA!; jugar con la rayuela, la gallinita ciega; al escondite inglés (magnífico ejercicio para el control de impulsos y el control del tempo motor); el pañuelo; el aro (ese que hay que correr junto a él guiándolo con un pequeño palo), el hula-hoop y, para los más mayorcitos, “churro, media manga, manga entera”. Jueguen a estos juegos de verdad, NO CON LA WII NI NADA POR EL ESTILO.
¿Quieren desarrollar habilidades “psicomotrices” y habilidades de atención en el aula. Permitan que los niños jueguen con todo su cuerpo. Verán un cambio radical en las aulas.
En resumen, hagamos que los niños hagan cosas propias de niños. Verán que bien llegan a ser adultos.

Desde mi humilde punto de vista y padre de dos niñas de segundo de primaria, este artículo tiene mucha razón en lo que dice.El profesor como profesional en la educación, desafortunadamente no puede actuar muy libremente, porque siempre está bajo la presión de: dirección, padres, colegio, etc.
No llego a entender la obsesión que hay en que nuestros hijos aprendan a leer y a escribir lo antes posible, sobre todo viendo los resultados académicos tan malos que estamos obteniendo.
Todo llegará a su tiempo. Cada niño aprende a su propio ritmo. Estoy cansado de las comparativas que hacen los padres de unos niños con otros. Lo más importante es que el niño disfrute en su aprendizaje.
Este artículo, me ha llegado a través de "amapamu", es una asociación a la que pertenezco.
 

1 comentario:

  1. Completamente de acuerdo con el artículo y contigo. Crear hábitos es bueno, pero la obligación continua y el restar tiempo a los niños para que sean lo que son y lo que deben ser, es decir, NIÑOS, es una postura injustificable.
    Debemos entender que los aprendizajes importantes (prácticos o meramente emocionales) que una persona debe adquirir no son, ni de lejos, los aprendizajes que componen las materias escolares. Aunque, si nos centramos solo en estas, hay que tener en cuenta que se aprenden tantas o más más matemáticas comprando que estudiando conceptos y realizando problemas teóricos; se aprende más lengua española usándola en diálogos cotidianos con hermanos mayores, padres y otros adultos de la familia que escuchando al profesor durante horas y participando en clase, con suerte, una o dos veces al día.... brevemente.
    Hemos olvidado tres cosas:
    1- que la educación es un derecho fundamental de la persona que hemos convertido en una tediosa obligación que los chavales odian y ven como un castigo en cuanto se van acercando a la adolescencia
    2- que el ser humano necesita, según los expertos, al menos un tercio de su día para dedicarlo a sí mismo, a su familia y a disfrutar de sus aficiones.... pero en el caso de los niños esta necesidad es mucho más importante
    3- que la vida real enseña tanto o más que la escuela y que el tiempo en familia es imprescindible para el desarrollo de competencias fundamentales que también son objetivos escolares, pero no es lo mismo desarrollarlas en un grupo masificado que en un entorno cercano y reducido donde el niño puede sentirse el centro de la atención y obtener respuestas inmediatas a sus necesidades de aprendizaje conceptual, procedimental y actitudinal.
    Pero esto no lo hemos olvidado solo los educadores... es cierto que muchos padres insisten en que sus hijos hagan deberes para crear un hábito que, aunque pueda ser útil para el resto de su formación académica no lo es, en absoluto, para la vida.
    Y, por supuesto, está el tema de los ritmos de aprendizaje... ¡un desastre, vaya!
    Te anoto esta reflexión como actividad voluntaria.

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