Desafortunadamente muchos de los pasos que se mencionan a continuación son verdad.
No sé si por la presión que sienten los profesores por parte del colegio a que cumplan con la programación establecida o porque realmente ellos son así.
No estoy para nada de acuerdo con algunos comentarios que oigo y que vienen a decir que esto es más común en profesores mayores que llevan muchos años en la educación y están cansados. Un “no” rotundo porque conozco a algunos, de cuyo nombre no voy a acordarme, que son bastante jovencitos y que por no complicarse la vida utilizan preguntas cerradas, redirigen al alumno…
- Utilizar
preguntas cerradas o de respuesta determinada: cuidado con plantear preguntas
abiertas ya que pueden generar respuestas inesperadas. Lo más cómodo para
el docente es hacer preguntas que sólo tengan como respuesta sí o no, y
que no permitan inferir o interpretar los contenidos de una manera
diferente a la que piensa el profesor. De esta forma evitaremos estimular
el pensamiento crítico.
- Redirigir
o contestar las preguntas lo antes posible: el tiempo de espera o pausa que
utiliza el profesor al hacer una pregunta es crucial para recibir
respuestas de los alumnos. Si no respondemos las preguntas o las
redirigimos antes de que contesten los alumnos, corremos el riesgo de que
los alumnos piensen por sí mismos y les acostumbremos a hacernos perder el
tiempo con sus reflexiones.
- Crear un
ambiente inhibidor: cuidado con la forma de formular las oraciones. Si
utilizamos la primera persona del plural los alumnos pueden sentirse
integrados y robar el protagonismo al profesor (hoy voy a hablar…,
en lugar de hoy vamos a hablar…) Puede ocurrir que si propiciamos
el diálogo entre alumnos, éstos pueden tomar el poder en la clase y no
dejar al profesor contar todo lo que sabe.
- Juzgar las
aportaciones: si el profesor le quita importancia a las
aportaciones erróneas o inadecuadas, en lugar de castigar o reprochar
dichas aportaciones, puede ser que los alumnos se sientan demasiado
seguros y pongan en duda la capacidad del profesor. Si queremos que el
alumno sienta amenaza sobre su imagen social o se sienta inseguro no hay
más que ponerle en ridículo en cuanto intervenga con una aportación que no
es del todo correcta.
- No tener
en cuenta la participación en la evaluación: a los alumnos ya les gusta
interactuar. Si queremos reducir esto, es importante que tengamos más en
cuenta el resultado final obtenido que la actitud de participación en
clase. Valorar la actitud y la participación es demasiado complicado.
- Tomar
decisiones sin preguntar a los alumnos: las experiencias previas y la
formación del profesor es mucho más cercano a la realidad que lo que
piensen los alumnos. El hecho de pedirles a ellos su opinión sobre asuntos
relativos a la decoración u organización de la clase o, aún peor, sobre
las normas o hábitos de convivencia del grupo, puede hacerles pensar que
ellos son los dueños de sus propios actos. El profesor perdería autoridad
y poder y les daríamos pie a desarrollar sus propios intereses y no los
intereses del profesor.
- Fomentar
el trabajo individual competitivo: si se organizan tareas en un solo
grupo, en lugar de grupos reducidos o parejas, conseguiremos que sólo los
más aptos participen, aumentando la autoestima del profesor. Cuando
hagamos una pregunta, los alumnos tendrán una oportunidad de cada treinta
(en grupos de ese número) para participar, lo cual reduce mucho las
posibilidades de que los alumnos digan cosas tontas o creativas. Por otro
lado, un ambiente competitivo en clase nos ayudaría a que los alumnos
oculten la información a sus compañeros evitando que hablen y se
distraigan entre ellos.
- No
realizar debates o role playing: los debates dan a los alumnos herramientas para
rebatir o argumentar sus ideas. Imagina lo peligroso que puede ser esto
para un profesor. Es más interesante que los alumnos acepten todo lo que
se les diga sin poner en duda lo que se está diciendo.
- Utilizar
únicamente el libro de texto como recurso didáctico: el libro
de texto es una herramienta ideal para conseguir que los alumnos no
participen en el aula. Los ejercicios suelen ser cerrados y no permiten la
improvisación o el desarrollo creativo. Debemos cuidar que los alumnos no
se copien unos de otros para evitar que compartan el conocimiento y que
enseñen unos a otros, ya que enseñar es el papel del profesor, no del
alumno.
- Evitar el
uso de las tecnologías de la información y la comunicación: el uso de
herramientas digitales de aprendizaje puede hacer que los alumnos se
impliquen en la creación de información y conocimiento, llegando incluso a
saber más que el profesor sobre el tema a investigar. Para evitar esto,
debemos limitar el uso de las TIC a proyectar vídeos o presentaciones de
las editoriales. Buscar en internet o escribir un blog les da demasiada
libertad.
Artículo escrito
por José Manuel Sánchez Galán
Me ha encantado tu artículo Antonio y estoy totalmente de acuerdo. Desgraciadamente, cualquiera puede ser mal maestro, y no únicamente limitando la participación en clase. Aquí os dejo unos fragmentos del libro "Las inquietudes de Shanti Andía", de Pío Baroja:
ResponderEliminar“El maestro, Don Hilario, era un castellano viejo que se había empeñado en enseñarnos a hablar y a pronunciar bien…., y creía…., que toda persona de buen sentido, antes de aprender a ganar o a vivir, debía aprender a pronunciar correctamente…. Nosotros le temíamos y le despreciábamos al mismo tiempo.
…
Nos solía pegar con furia.
...
Ahora se ríe uno pensando en las marrullerías infantiles; pero si se intenta volver con la imaginación a la época, se comprende que los primeros días de la escuela han sido de los más sombríos y lamentables de la vida... Sí; no es fácil que los de mi época, al retrotraerse con la memoria a los tiempos de la niñez, recuerden con cariño las escuelas y los maestros que nos amargaron los primeros años de la existencia.
Esta impresión de la escuela fría y húmeda, donde se entumecen los pies, donde recibe uno, sin saber casi por qué, frases duras, malos tratos y castigos, esa impresión es de las más feas y antipáticas de la vida”.
Me parece que muchos deberían hacerse un escáner con este decálogo... en fin... Te anoto la entrada.
ResponderEliminarMuy bien traída la aportación de Paula.